La Tuneladora Barcino. ¿Arma purificadora?
La semana pasada tuvimos la oportunidad de ver en los principales telediarios la puesta en largo de la nueva tuneladora que llevará a cabo el túnel del futuro AVE que atravesará Barcelona.
Fuente de la fotografía
Sin pretender reverdecer la ya bizantina discusión sobre su idoneidad o no (dejémoslo a los «listos de gafas» de turno y a los políticos debidamente retribuidos por las constructoras beneficiadas por la licitación), sí me gustaría destacar que, este artefacto capaz de perforar más de 25 metros al día y que mantendrá en absoluto desasosiego al habitante de l’Eixample barcelonés durante al menos dos años; debería ser usado además como auténtica arma purificadora.
Precisamente el otro día, en plena sobremesa de café y Mezcal con algunos de los militantes más radicales del movimiento «nasciturus« Carcelona, se llegaba a defender a que se hiciese el favor de amortizar la inversión y que Barcino con sus dentelladas derribase desde los cimientos y de un plumazo la Sagrada Familia, símbolo según ellos de la Carcelona más mercantilista, confesional y opresora.
Son buenos chicos esta gente de Carcelona, aunque harían bien de no dejarles a su alcance las llaves de Barcino.
Paralelamente, el miércoles pasado día 6 de mayo, (desde entonces San Andresín en el santoral barcelonés), siendo uno más de los que pretendían ver desde un bar el partido del siglo de esa semana, fui deambulando por diversos bares con ese cometido.
En primer lugar aparecimos en un bar regentado por muy serviciales y menos simpáticos chinos (tremendo lo de esta gente para ir acaparando poco a poco el comercio minorista de esta ciudad) donde literalmente ya sólo les quedaba por ofrecerte entrar a la sala de estar de su casa donde también habrían instalado una pantalla.
Es en esas y dado que, a pesar de los intentos del personal por hacernos un sitio, estaba atestado de gente y la temperatura 15 minutos antes del inicio era tan alta que el hielo de los gin tonics se estaba sublimando; procedí a quedar con otros amigos que, no lejos de ahí estaban cómodamente instalados en la barra de un bar de los que habría que tildar en la peor de sus acepciones como «de toda la vida«, en la calle Padilla/Diputación donde esporádicamente el Lobo Estepario había consumido algunas cañas y tapitas sin mayor relevancia ni trascendencia que las de alimentar un estomago vacío y disfrutar de la compañía de algunos amigos domiciliados en sus inmediaciones.
Pues raudos y veloces nos dirigimos hacia allí, congratulándonos que pudiéramos aparcar aprovechando la bula culé que en este tipo de eventos le concede la Guardia Urbana al sufrido ciudadano barcelonés. Llegamos justo con el pitido inicial.
Hasta ahí todo normal, pero de repente éste que os escribe sufre un bloqueo a la entrada que ríete tú de los centrales del Chelsea en un corner y es invitado, perdón apremiado, a que abandone el local, ya que el establecimiento estaba con el aforo completo (huelga decir que como suelen comentar los periodistas deportivos, había buena entrada pero lejos de estar lleno hasta la bandera), reiterando la invitación/empujón, a lo que un servidor que no le gusta estar donde no ha sido ni invitado, ni bien recibido, se larga sin dejar de mentarle en que parte de su deforme anatomía se podía colocar su arcaico y aburrido local.
Por suerte, justo en frente había otro bar, regentado éste por sudamericanos y con una parroquia digna de un spot publicitario de El Periódico o de United Colors of Benetton. Deciros que, aunque éste sí estaba lleno hasta la bandera, me tomé algunas de las mejores cañas que recuerdo, siendo servidas con afecto y simpatía que uno calificaría casi como tropicales. Aspecto este más apreciado, si cabe, cuando antes fuiste tratado como un auténtico paria repudiado.
En todo caso queridos amigos si algún día subís por la calle Padilla y veis que un poco antes de llegar a su confluencia con Diagonal, aparece a vuestra derecha un solar donde antes había un edificio con un bar en sus bajos, sólo pensad que a veces las tuneladoras que se desvían no se equivocan….
«No quiero una Italia multicultural ni multiétnica» Silvio Berlusconi dixit.
Lo que Ud. pretende es tener una Italia ni multi ni monocultural, directamente analfabeta.
Fdo. El Lobo Estepario.