Marcobacus nos presenta el vino, el Priorat, el Montsant y a él mismo
Ha llegado el momento de regar vuestros sueños con el dulce néctar de los Dioses, de dejaros llevar entre los brazos de Morfeo, y que mejor que a través del mejor vehículo que conozco, una buena copa de vino.
Los Borrachos o el Triunfo de Baco, de Velázquez
Dejadme que me presente, antes que el etanol melle mi capacidad cognitiva, podéis llamarme Marcobacus, obispo de lo epicúreo, seguidor de los Dioses hedonistas: Liber Pater y Dionisos, luego fundidos en el gran Baco, y compañero de fatigas del etrusco Fufluno. En Oriente también se me conoce como el súbdito de Soma.
Adorador de la sangre de Cristo, que no del cuerpo, me gustaría aleccionaros y transmitiros mi pasión por tan preciado bien.
Para empezar me gustaría comentaros las impresiones que me dejo la última Fira del Ví de Falset. Como todos los años, no falté a la cita con los vinos de la tierra, donde mi pasión se transformó en profesión, el Priorat.
Curiosa comarca ésta donde no hallarás un solo semáforo, pero donde encuentras dos de las DO españolas más reconocidas fuera de nuestras lindes, DO PRIORAT y DO MONTSANT, en el mapa, la zona más oscura corresponde a la del PRIORAT, y el resto de la comarca queda para MONTSANT.
Comarca salvaje y despoblada, a la vez que hospitalaria y afable, no es una contradicción, es un hecho.
Vinos recios y espirituosos, heredados de los monjes establecidos en la Cartuja de Scala Dei, pero que durante los últimos años han escalado, por una imaginaria escalera como en el símbolo de la comarca, hasta cotas, hace 20 años, inimaginables.
Como sé que más adelante volveré a mis orígenes, no os voy a martillear más y paso a comentar la cosecha 2007, la cual tuve el privilegio de descubrir el lunes 4, durante la cata destinada a profesionales.
Se trata de vinos que en ningún caso están en el mercado, incluso algunos habían sido arrebatados de su confinamiento en las barricas, para deleite de cuantos nos encontramos en l´Escola d´Enologia de Falset.
La impresión general, y en este caso la propia, es que nos hallamos ante una añada más que interesante, incluso los más optimistas ya la tratan de excelente.
Vinos con una acidez mucho más marcada, sin perder el brío y carácter mineral característico, pero más accesibles, no tan alcohólicos, y por suerte, la mayoría sin rastros de sobremaduración ni concentración exagerada, así como un uso mucho más racional de las barricas. Parece que por fin dejan de hacer vinos al gusto de gurús, tipo Robert Parker, y buscan su propia peculiaridad, el famoso «terroir«.
Visualmente brillantes y vivos, en nariz mostrando una paleta de aromas próxima a las hierbas del Montsant, sierra omnipresente en la ajada comarca. Tomillo, romero, salvia, estepas y lavandas. Sin olvidarse de las frutillas, no tan compotazas como en años anteriores, características de la garnacha, reina y señora de esta tierra, junto a la cariñena.
En fin, posiblemente, una de las añadas con más potencial evolutivo y de guarda de los últimos años, palabra de Marcobacus.
Hasta pronto mis queridos fieles!!