Las luces del Norte. Magia, leyenda y misterio.
Tras la última entrega donde se rendía culto en cierta manera al Rey Carnal (Carnaval); quiero volver a invitaros a que podamos disfrutar de algunas de las manifestaciones más bellas de la naturaleza. Las auroras boreales.
Pero, más que hacer una breve descripción científica sobre en qué consiste el fenómeno, quiero dedicarme a explicar algunas de las leyendas o tradiciones que se relacionan más o menos directamente con esas misteriosas luces que iluminan las largas y frías noches polares.
– En Finlandia, consideran que surgen del roce de la cola de un zorro que centellea mientras huye por las montañas nevadas. Para cualquier lapón (o sami que se precie) lo peor que se puede hacer para llamar al infortunio es reírse de este fenómeno.
– Especialmente interesante he encontrado la leyenda vikinga de que se trata de las armaduras de las vírgenes guerreras valquirias.
– Para los fans del más allá; los inuit creen que son las almas y espiritus de sus familiares muertos que danzan y cantan en el cielo.
– Evidentemente no podía faltar alguna recreación romántica, que podemos descubrir en la recreación mitológica sobre el firmamento, del enlace entre los dioses Aurora (romano) y otro Boreas (heleno).
Pero de todas las leyendas, misterios y supersticiones asociadas a las luces del norte la que más me gusta es la creencia japonesa, no podía ser de otra manera, de que si se tiene la suerte de estar bajo su amparo mientras se mantienen relaciones sexuales, trae buena suerte incrementándose la fertilidad en la mujer. De hecho existen touroperadores que organizan estancias en alojamientos en plena tundra polar donde las jóvenes parejas niponas dan rienda suelta a sus quehaceres conyugales para poderse beneficiar del influjo beneficioso de las Auroras. Por lo que podríamos calificar a Alaska como el Republica Dominicana de los nipones.
En mi modesta opinión y sin querer acabar con el misticismo oriental del tema y aún a riesgo de que me caiga la etiqueta de racionalista occidental; este asombroso incremento de la fertilidad nipona se debería más a la ausencia de aparatos a su alcance con más de 3 botones, temperaturas de -25 ºC en el exterior y ausencia de cobertura en los móviles.
En todo caso, leyendas y bromas aparte, de lo que sí podemos estar seguros es que presenciar una Aurora Boreal en directo debe de ser uno de los mayores espectáculos de los que podemos disfrutar en nuestro planeta.
Para ello, os recuerdo que estamos iniciando, hasta finales del mes de marzo, la segunda parte de la temporada para los cazadores de auroras (la primera es –en el hemisferio norte- a final de otoño).
Un ejemplo para expandir la información sobre las auroras boreales es la página de Turismo de Noruega.
Fdo. El San Bernardo
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